Debido a la competitividad frente a las fuertes selecciones europeas, Israel mejoró su potencial y así protagonizó uno de sus mejores y el posiblemente más impactante partido de su historia. El partido supuso una de las más sonadas sorpresas en la historia de las eliminatorias mundialistas, ya que el combinado hebreo se impuso por 2-3 ante un equipo que contaba con muchos futbolistas que apenas unos años después se coronarían como campeones del mundo.